Este sin duda, es el libro más explosivo y totalizante de Mario Mendoza. Un desgarrador aullido contra la sociedad y la especie, contra la desigualdad y la brutalidad, contra el capitalismo y sus vergüenzas, contra el American way of life, contra las convenciones.
A través de una correspondencia entre dos amigos, el lector del buda blues ingresa en un submundo desconocido: los anarcoprimitivistas, los escuadrones de anarquistas contemporáneos que se enfrentan al sistema capitalista con bates de béisbol en la mano y que saben que no hay progreso, que no mejoraremos, que no vamos hacia adelante sino hacia la prehistoria.
Vicente quien era un profesor universitario y su amigo Sebastián investigan la extraña muerte de un pariente. Comienzan así una bajada a los infiernos, una incursión hacia un submundo dominado por un escuadrón de anarquistas que luchan contra el capitalismo. Vicente y sebastian son dos amigos distintos, el unos es un viajero, mujeriego, irreverente con cierta dosis de humor negro mientras que el otro es sedentario y académico, fiel, sin embrago a medida que la historia avanza cada personaje tiende a girar hacia su contrario.
Los temas recurrentes de este tipo de narraciones son: la obsesión con la muerte, el mundo criminal, la sexualidad, las sociedades marginales, entre otros. En sí, este tipo de obras está muy relacionada con la literatura policíaca, por esto, los personajes tienden a ser psicodepresivos y auto destructivos, sin olvidar el tema del misterio, del enigma, de lo desconocido, inquietante y la exploración de las partes oscuras del ser humano. El mundo nocturno persiste en la obra de Mendoza y al centrar su mundo literario en una ciudad oculta, en este caso, la Bogotá de Chapinero y del centro, en especial, el sector de San Victorino, donde se encuentra la zona del Cartucho. Por tal razón, en su nueva novela, Buda Blues, el escritor comienza su narración describiendo la misteriosa muerte de un hombre en este lugar, la cual será el eje central de todo el argumento, pues a partir de esta situación violenta se inician los grandes cambios en la vida de cada uno de los personajes principales.
La narración comienza, como sucede con las novelas policíacas, con la insulsa tranquilidad de la vida diaria, en este caso la de Vicente Estévez, un profesor universitario de sociología que trabaja en la Universidad Nacional. Un día cualquiera lo llaman de Medicina Legal porque debe reconocer un cadáver y, al parecer, es el de su tío Rafael quien murió en una casa derruida del barrio San Victorino. Al conocer esta asombrosa noticia, el docente se convierte en un investigador de la muerte de su pariente y por medio de sus indagaciones descubre una misteriosa red terrorista internacional.
Vicente al descubrir que su tío es el ideólogo de un grupo de tendencia anarquista, le escribe a su amigo Sebastián que se encuentra en Kinshasa, en el Congo, para que busque información sobre “La Organización”, movimiento que lideraba su tío. De esta forma, en un mundo influido por las comunicaciones rápidas, gracias a la Internet, llama la atención que Mendoza revitalice este género tan tradicional en la literatura. Aún así, las cartas son tan extensas que podrían llamarse más bien informes porque intercambian información de toda índole, desde la personal, pasando por los problemas políticos e ideológicos mundiales, hasta las expectativas que tienen en la vida.
Mario Mendoza explora en su novela el tema del terrorismo internacional y describe con precisión la forma en que van desarrollándose estos movimientos a lo largo y ancho del mundo, sin olvidar la manipulación que tienen esos falsos profetas que arrastran a muchas personas hacia el odio, la venganza y la inmolación por seguir ideologías que pretenden cambiar el mundo de raíz. En la novela, el ideólogo de ésta es Rafael quien deja como herencia a sus seguidores un manifiesto donde plasma sus pensamientos llenos de violencia hacia la sociedad, sobre todo, al establecimiento denominado “La Cosa”. Con mucha ironía, no exenta de doble sentido, el escritor toma a Rafael como el fundador de una nueva iglesia y, sus dos primeros discípulos se llaman Pedro y Pablo, además de una seguidora de nombre María Magdalena. Aún con su sátira, no deja de llamar la atención que en verdad, muchos de estos movimientos se convierten en una suplantación de la espiritualidad, ya que a través de buenos ideales, las obras que realizan son radicales, pues lo que importa es la finalidad, no los medios y, como se sabe, estos medios son los actos violentos: asesinatos, secuestros, atentados donde mueren personas inocentes, sin olvidar, el odio que transmiten con sus palabras.
La visión de Mendoza no excluye la radicalidad de una nueva opción en el mundo, que huya de los extremismos ya que este desarrollo de la virulencia, no puede olvidar a las personas, como tampoco está de acuerdo con los estados policiales, sistema muy presente en los países del Tercer Mundo. Por eso, el autor espera que: “el lector de Buda Blues entienda que si hay un sistema agresivo y violento, hay un peligro que sería una oposición salvaje, violenta, delictiva a ese sistema”. Vicente Estévez, el personaje principal de la obra, es el reflejo de un profesor notable de la Universidad Nacional que dicta sociología, pero sólo conoce la teoría, el discurso, nunca ha profundizado en los problemas de la vida marginal y, por medio de la muerte misteriosa de su tío Rafael, se adentra a un submundo donde también existe una jerarquía, una rigidez en el pensamiento y, sobre todo, una tendencia destructiva. El miedo del catedrático está presente, aún así desea desentrañar todos los secretos de su pariente y al buscar una respuesta adecuada se encuentra con una mujer, Bárbara, quien le resolverá muchos enigmas de la vida del ideólogo de “La Organización”.
El lector habitual de la literatura colombiana de la última década, no dejará de observar que Bárbara es una mujer violenta, que no le importa asesinar y que en sí, trae a la memoria a la famosa Rosario Tijeras, la famosa sicario del escritor Jorge Franco. Como se podrá suponer, entre ella y Vicente tendrán una tórrida relación auto destructiva, sin embargo, con este encuentro el protagonista toma la decisión de abandonar la inmersión en el bajo mundo, en el cual no encuentra una verdadera misión en su vida, pues comprende que la lucha violenta no transformará el mundo, sino todo lo contrario, ayudará más al caos a los países en vías de desarrollo.
El otro personaje con mucha más vitalidad en Buda Blues es Sebastián, un trotamundos que no se puede quedar quieto en un solo lugar y busca su propia identidad a través de los viajes. Por eso, al inicio de la novela se encuentra en Kinshasa y, por amistad con Vicente, empieza a divagar sobre “La Organización” en el Congo. Al final de la novela, desde dos perspectivas diferentes tanto Vicente como Sebastián se encuentran como seres comunes y corrientes en el mundo, y se dan cuenta de que el cambio de una sociedad injusta no es por medio de acciones violentas o de la huida consciente de la vida diaria, sino todo lo contrario, ellos observan que las acciones sencillas de ayuda al necesitado son importantes para una sociedad mejor. Ahora bien, el cambio de estos hombres parte del concepto psicológico de la resiliencia que consiste en la capacidad que tienen algunas personas de recobrarse después de haber sido sometidas a altas presiones.
En la novela, Mendoza además, hace una reflexión sobre la crisis global y los cambios de valores y, aunque se percibe un discurso ético a través de la narración, el concepto más importante, como se resaltó, es el de la resiliencia, porque tanto para Vicente como para Sebastián, la revolución armada y violenta es un mito ya que a través de ésta no se acabaría con la pobreza, ni mejorará la economía, ni mucho menos habrá más oportunidades de trabajo, sino todo lo contrario, el ser humano no superará las situaciones socio políticas adversas del panorama internacional.
La perspectiva de la ayuda a partir de lo pequeño, del granito de arena para mejorar la sociedad está presente en esta novela que trata de unir dos tipos de espiritualidades, la budista con la renunciación del orgullo y la cristiana por medio del blues, de los espirituales negros que rememoran la resistencia del esclavo negro frente a la opresión del amo, el anhelo de un mundo terrenal más justo, sin olvidar, en ningún momento, la libertad. En verdad, Buda Blues busca el compromiso del lector para que tome conciencia de su obligación para solucionar las necesidades de las personas que viven en situaciones desesperadas.
Las siguientes son dos frases que impactan a lo largo de la lectura del Buda Blues:
"Nadie se enamora de otra persona. Mediante un procedimiento narcisista amamos en el otro el reflejo de nosotros mismos."
"Nadie se enamora de otra persona. Mediante un procedimiento narcisista amamos en el otro el reflejo de nosotros mismos."
"Puedes obligarme a seguir tus reglas, pero no puedes obligarme a estar de acuerdo con ellas."
m eparese muy corto el texto pero resume lo q pasa en la pag 1 muy bueno el diseño del apag esta ,uy chevere ;)
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